Thursday, May 17, 2007

Estudio AFRa: papelera en el río Uruguay

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Reflexión: papelera en el río Uruguay

Hipótesis de papel

Un edificio-puente con equipamiento común a los dos países, simbólico y estratégico como capital colectivo de la región; una idea del estudio AFRa


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El debate en torno de la cuestión de las papeleras, que parecía entenderse como un problema de localía, cobró su real dimensión como uno de los muchos problemas que enfrentamos colectivamente respecto del uso del territorio, los recursos, las infraestructuras y el paisaje como patrimonio regional ante el innegable condicionante del capital global. A partir de las situaciones generadas durante estos meses -efectivos del ejército uruguayo rodeando el predio de Botnia; hipótesis de atentados; propuestas de biombos vegetales para ocultar lo inocultable-, en AFRa, nuestro estudio, decidimos usar el conflicto como motivo de reflexión, con el proyecto de arquitectura como expresión conceptual de otra manera de abordar en el futuro inmediato los nuevos desafíos ineludibles.

¿Debe este tipo de infraestructuras calzarse sobre la lógica del río; cuáles son los programas prescindibles o relocalizables, y cuáles son necesarios y sólo tienen sentido en el lugar? Si la opción no era otra que instalar una pastera sobre el río, lejos de separar, ese nuevo paisaje infraestructural debería ser una pieza de unión, un puente con equipamientos comunes, integrados de manera creativa en esa noción de nueva naturaleza, de paisaje cultural en que han devenido infraestructuras y equipamientos indispensables para el desarrollo y el bienestar colectivo, que lejos de huir del progreso, lo expongan como un patrimonio común, como el capital de una cultura que expresa creativa y conscientemente un carácter que, desde lo local, se vuelve global.

Sería valioso entender la dinámica de algunas operaciones que transforman metrópolis y territorios no como decisiones motorizadas por administraciones locales, sino más bien como inexorables transformaciones atadas a la dinámica global del mercado, que afectan y condicionan políticas territoriales y urbanas locales. Quedará para el ámbito local la posibilidad de fijar algunas políticas, de negociar los alcances de la operación, y de darle finalmente forma. En ese mapa mundial de políticas de división de tareas, cabe a los vastos territorios del Sur seguir siendo proveedores de materia prima en el estado más natural posible, o con operaciones básicas de elaboración y agregado de valor. La todavía abundancia de recursos no extraídos, las comparativas ventajas de precios y estructuras legales, la disposición de mano de obra accesible y la necesidad de progreso dan un marco ideal de conurbano global.

Lo que antes se daba en el marco de una misma ciudad, del otro lado del río, ahora se produce en un mismo planeta, del otro lado del océano. Nos toca decidir y administrar la posibilidad de que esos desplazamientos se den sobre nuestros territorios: somos la otra costa del río, y depende de nosotros de qué manera asumimos ese rol de lado productivo de la ciudad global. Las políticas forestales de bosques de monoespecie implementadas hace años en Uruguay, y en buena parte de nuestra mesopotamia, obedecen a ese esquema macro de suministro de insumos a la góndola global, y la instalación de pasteras como eslabón final de la cadena productiva resulta entonces inexorable y nada sorpresiva para la administración de nuestros países. Cabe preguntarse entonces si fue errada la decisión política de asumir ese rol comercial y productivo, o lo que estuvo mal fue el rol local, de toma de decisiones respecto de la manera en que debió darse forma a la fase final del proceso, la que impacta y modifica para siempre el destino del área en cuestión.

El río, ¿límite o eje?

Entendida la real dimensión de la operación en términos de requerimiento global, hay que preguntarse por el alcance de las consecuencias que afectarán el ámbito local donde esto se manifieste, con las bonanzas propias del progreso y los despojos como herencia una vez que el recurso se agote. Y, así, redefinir el marco que regule la operación. ¿Cuál es aquí la localía, cuál el marco legal por respetar, a quién pertenece el recurso que afecta la operación y qué economía se verá afectada? Las respuestas se van dando inexorablemente en línea con la dimensión mencionada, en el extremo opuesto a cómo se han ido tomando las decisiones que generaron el conflicto: la instalación de las pasteras fue negociada desde ambas márgenes, en forma separada, con intereses contrapuestos y desde oficinas y normativas que entendieron la localía por afectar en la escala y la lógica de las ciudades, y en el mejor de los casos, de las provincias involucradas.

Una primera respuesta a la mundialización ha sido la generación de bloques regionales, una manera de ampliar las áreas de entendimiento colectivo ante las reglas únicas del mercado, muy por sobre las particularidades de cada ciudad, de cada país. No haber entendido desde un principio que la localía que aquí se pone en juego es la de la región, la de la cuenca del Uruguay en el marco Mercosur, y no en el dilema Gualeguaychú-Fray Bentos o Argentina-Uruguay, es no haber estado a la altura del conflicto desde su origen, no haber comprendido que en el terreno global del mercado los límites mutaron, y la soberanía y la autonomía, para enaltecerla, deberá ser redefinida.

Tal vez esta nueva lectura permita entender las cuencas no ya como límites que separan, como aguas receptoras del desecho producido en ambas márgenes, sino como ejes simbólicos, como recurso colectivo desde donde pararse, en el centro de un ámbito común, a pensar soluciones simétricas a ambos bordes. ¿De qué sirve proyectar entonces un conflicto ya instalado? Con Ence como posibilidad de duplicar el conflicto, el Riachuelo como estigma colectivo, y el Reconquista esperando su turno, entre tantos otros, parece indispensable extender la reflexión a partir de esa pregunta. Este texto no pretende aportar una solución proyectual, sino volver a la arquitectura como una herramienta de reflexión comprometida a partir de la lógica del proyecto, que permita a futuro ponernos al frente de estrategias que integren desde el origen las complejas interrelaciones de ámbitos, como supone un conflicto de esta escala, y el de las papeleras es uno más entre los muchos que deberemos afrontar.

Por Pablo Ferreiro
Especial para LA NACION


El autor de la nota es socio del estudio AFRa, profesor titular en la Universidad de Palermo y adjunto en la FADU-UBA

Ficha técnica

AFRa: Pablo Ferreiro, Saturnino Armendares, Joaquín Leunda

Equipo de proyecto:
Pablo Ferreiro, Guillermo Martínez Bo, Joaquín Trillo (Buenos Aires), Serrana Robledo

Link permanente: http://www.lanacion.com.ar/887206
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