Balance urbano: pros y contras Buenos Aires bajo la lupa A punto de despedir el año, arquitectos y desarrolladores analizan su realidad. Qué habrÃa que mantener y qué corregir. Un asunto polémico En vÃsperas de Año Nuevo, ya con menos gente en Buenos Aires, quienes permanecen en ella pueden apreciar mejor sus valores, tan admirados en el exterior. La ocasión es ideal, además, para que los arquitectos y desarrolladores la coloquen bajo la lupa y evalúen sus potencialidades y puntos por corregir. AsÃ, habrá quienes opinen que esta ciudad es incompleta, con zonas de gran desarrollo y otras muy relegadas, reflejo de los fuertes contrastes sociales que alberga. Otros se centrarán en el transporte, y no faltarán aquellos que destaquen los serios problemas ambientales que tiene. Todos, con la mira puesta en el gran desafÃo, lograr que 2006 sea un gran año para Buenos Aires y, por supuesto, poder llegar al bicentenario con todas las luces. Alberto Fernández Prieto ¿Cómo es la ciudad que tenemos? Todas las grandes capitales del mundo se caracterizan por la heterogeneidad. Personas similares no pueden constituir una ciudad, decÃa Aristóteles. La ciudad se ha fragmentado en zonas cada vez más diferenciadas según las clases sociales y, en consecuencia, existen enormes sectores urbanos desatendidos por el Estado, las instituciones y los inversores privados. Surge asà de manera obvia que tenemos dos ciudades: la que funciona bien responde sólo a los niveles económicos más altos. La división en zonas según las clases sociales no debe impedir una distribución más homogénea de los recursos. ¿Cómo es la ciudad que queremos? Definitivamente tenemos que posibilitar a toda la población el acceso a una ciudad abierta, es decir, lograr una homogénea distribución de la heterogeneidad. Queremos que todos los ciudadanos sientan identidad con la ciudad. Pretendemos una ciudad que valorice la arquitectura creada por arquitectos argentinos y que deje de lado la importación de modelos extranjeros que distorsionan las caracterÃsticas estéticas y urbanas de la ciudad desarrollando arquitecturas absolutamente disociadas de nuestra cultura. ¿Qué se debe hacer para que eso ocurra? Creemos imprescindible que la creatividad privada genere nuevas alternativas para discutir y desde ellas avanzar en la concreción de estos objetivos. Por último, recordamos y, a la vez, nos identificamos con Eladia Blázquez en eso de: Nacà en un barrio donde el lujo era un albur, por eso tengo el corazón mirando al Sur... Titular de la empresa desarrolladora Fernández Prieto & Asociados Jorge Francisco Liernur Nuestras leyes nos dicen que vivimos en una ciudad apenas dos veces mayor que la de Montevideo, cuando realmente la población la decuplica. Tenemos pues, ante todo, una ciudad que no se reconoce como tal y, por lo tanto, no se planifica como tal y no se gobierna como tal. En los atractivos de Buenos Aires, su historia y tamaño, están las raÃces de sus desequilibrios. Necesitamos una ciudad capaz de sostener la intensidad de esos atractivos, recreando capacidad de apostar al futuro, recuperando normas de convivencia, reconstruyendo el espacio de todos formado por la trama abierta de sus calles, y creando los servicios que demanda la nueva sociedad en su conjunto a lo largo y a lo ancho de todo el territorio metropolitano. Trabajar por un lado para generar estudios, acciones y entidades que apunten a la comprensión de la dimensión metropolitana del problema, y por otro, contribuir a la construcción de un paÃs con mayores equilibrios en todo el territorio. Como dijo alguna vez Jorge Vivanco: "Los problemas de Buenos Aires no se resuelven con mejores planes urbanos, sino pensando en Tucumán". Director del Centro de Estudios de Arquitectura Contemporánea de la Universidad Torcuato Di Tella Daniel Silberfaden Entre 1880 y mediados del siglo XX, la ciudad de Buenos Aires se construyó a imagen y semejanza de las grandes urbes de aquellos tiempos. Una colosal inversión de dinero público y privado, sumada a la audacia emprendedora de aquellos ciudadanos, nos legó lo que hoy, como fósiles urbanos, locales y visitantes disfrutamos de a retazos (ferrocarriles, subtes, avenidas, aeropuerto y puertos, edificios públicos y privados de gran calidad, parques, paseos costeros, balnearios, plazas barriales y planes de urbanismo y embellecimiento). Sabemos que muy poco hemos hecho en los siguientes 60 años que nos ubican en los inicios del siglo XXI. Buenos Aires es hoy una ciudad incompleta, empobrecida patrimonialmente, injusta, fragmentada e insegura. Queremos una ciudad previsible, interconectada, de rol definido. Un plan urbano ambiental y estratégico que nos oriente y contenga. Códigos claros y una justicia capaz de entender los temas urbanos, y consiguiente seguridad jurÃdica. Obra pública de gran calidad y ejemplificadora a través de concursos públicos y transparentes. Una Ciudad Autónoma como fue concebida en la Constitución de 1994, es decir, con polÃtica de transporte, manejo de la seguridad y de sus tierras. Una acción conjunta con la provincia de Buenos Aires que permita articular el umbral metropolitano. Una dirigencia dedicada a planificar los próximos 30 años de la ciudad: con creatividad y sin miedos. Para cambiar y reconstruir Buenos Aires acorde con los tiempos presentes y futuros, debemos mejorar nuestra calidad como ciudadanos, más conscientes de la pérdida que ha implicado no involucrarnos con lo común. De ahà a la realidad de convivir con la exclusión, la marginalidad, el avance del sector privado y del Estado sobre el espacio público, de aceptar con un guiño cómplice general la falta de visión de los representantes. Estamos todos involucrados. Mejores ciudadanos serán mejores funcionarios. Será recuperar aquella visión de una ciudad a escala mundial, emprendedora y optimista. Para eso hace falta conocer e informarnos, discutir qué ciudad queremos, porque a pesar de todo Buenos Aires sigue siendo lo mejor que tenemos. Arquitecto, presidente de la Sociedad Central de Arquitectos Margarita Charriere La implementación de la ley 71, con la actualización del diagnóstico de la ciudad del proyecto del Plan Urbano Ambiental, es lo que nos permite afirmar una vez más que Buenos Aires cuenta con condiciones excepcionales que es necesario aprovechar. Pero al mismo tiempo la ciudad presenta históricos desequilibrios que hace falta minimizar. Ambos son el punto de partida para su transformación. El proyecto del Plan Urbano Ambiental ha identificado iniciativas estratégicas de intervención como la integración norte-sur de la ciudad, el desarrollo de la hoy postergada área sur, la renovación y reconversión del área central, las nuevas centralidades, la modernización de la infraestructura de vinculación regional y la valorización de las costas y los bordes de la ciudad. Este conjunto de estrategias son la plataforma para cumplir con los objetivos de integración, equidad y calidad de vida de los habitantes de la ciudad, y el fundamento de la ciudad que queremos. Transformar Buenos Aires supone reconocer las dos dimensiones en que se desenvuelve la ciudad: la ciudad central y la ciudad metropolitana. Por esto es determinante construir los consensos necesarios entre los distintos actores involucrados en cada una de ellas. Con la Nación, por ejemplo, es ineludible implementar acuerdos de gestión que permitan articular polÃticas de Estado viables y sostenibles en el tiempo. Los programas para el Area Central, el proyecto Costanera Aeroparque, el Paseo del Oeste, el proyecto de ley de recuperación de edificios, son todos ejemplos de esta voluntad. Subsecretaria de Planeamiento del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Mario Roberto Alvarez La ciudad de Buenos Aires es una de las mejores del mundo, agradable en muchos aspectos y sectores, pero debe mejorar sus hospitales y escuelas, eliminar las villas miserias y las inundaciones. Una ciudad segura, con más espacios verdes, sin estacionamiento en superficie en ciertas zonas, con más subterráneos, sin polución ambiental, sonora y publicitaria, con la Diagonal Sur prolongada y una autopista ribereña por su mejor traza (ya aprobada en agosto 1997 por la Corporación Puerto Madero), en sólo 15 hectáreas de la Reserva, repuestas en su borde superior, suprimir las barreras ferroviarias y un aeropuerto seguro en el rÃo, a 2000 m de la costa, aprovechando todas las instalaciones existentes. Para conseguirla hay que tener un plan de cosas por realizar y sus prioridades, aprobarlo por ley, de forma que lo cumplan obligatoriamente los gobiernos que se sucedan. El diagnóstico, el modelo deseable y su implementación están contenidos en el Plan Urbano Ambiental que, desde mediados de 2001, tiene a su consideración la Legislatura de nuestra ciudad. Titular del estudio Aisenson y presidente del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo Julio Torcello Nacida para ser una de las principales metrópolis mundiales, nuestra ciudad supo hacer lo que hoy nosotros no podemos. Ha colapsado la infraestructura de servicios viales, ferroviarios y energéticos. Salvo raras excepciones, su equipamiento urbano resulta casi obsoleto, ya que los productos ofrecidos al mercado de hoy sólo obedecen a la supervivencia estructural. El cambio de paradigma reclama un urgente cambio de escala. Buenos Aires debe dispararse promoviendo una sÃmil Expo Shanghai 2010, cuya inversión supera los 27 mil millones de euros, permitiendo eso conectarse con la siempre convocante inteligencia mundial, donde la infraestructura urbana es inversión y nuestra depresión, su valor agregado. Se necesita desarrollar proyectos de inversión de escala como la Estación Central Buenos Aires (ECBA), la autopista bajo diques y el Buenos Aires Forum 2010 (BAF 2010), una inversión de dos mil millones de dólares y cien mil puestos de trabajo; primera obra pública nacional con endeudamiento privado internacional, sin requerir aportes, avales, subsidios ni garantÃas por parte del Estado. Presidente del grupo Torcello SA Arquitectos y Desarrolladores, autor del proyecto de Autopista Ribereña bajo diques y Buenos Aires Forum 2010 Juan Pfeifer Buenos Aires es contradictoria: bonita en sus rincones recuperados, triste en sus áreas marginadas; frÃa en sus nuevos barrios, vital y auténtica en los viejos; rica y exuberante en fragmentos, contrastante en sus lugares ocultos; tan alegre y amistosa como hiriente y agresiva. Tenemos una ciudad que exhibe los baches del tiempo, pero también lucha por no olvidar; una ciudad que fuerza lÃmites al mismo tiempo que destruye esfuerzos solidarios. En fin, nuestra ciudad es lo que ven los ojos que la miran. No todos queremos la misma Buenos Aires. Hay quienes la imaginan como la que dejaron o admiran, otros la sueñan con acento en su propia identidad. Unos más verde, otros más alta. Unos más limpia, otros más equitativa. Muchos más silenciosa, pocos más contaminada. Es difÃcil imaginar la ciudad de todos, aunque valga el esfuerzo de un proyecto común. Qué hay que hacer es una pregunta compleja que no se puede reducir en respuestas simples y sin debate. Tal vez debamos pensar la ciudad como un gran escenario en el que la gente pueda escribir su historia. Nosotros, arquitectos, tomar nota y pensar respuestas compartidas, ecuánimes y auténticas; proponer espacios urbanos, edificios y lugares en los que la gente pueda ser su principal protagonista. Titular junto con Oscar Zurdo del estudio Pfeifer-Zurdo Arquitectos y Asociados Enrique GarcÃa Espil Buenos Aires es una de las ciudades más grandes e importantes del mundo y presenta, simultáneamente, graves problemas y maravillosas riquezas. DesearÃamos consolidarla como una gran capital, moderna, productiva y con una alta calidad de vida. Para lograrlo deberÃamos implementar acciones importantes, no sólo resolviendo sus problemas cotidianos de baches, espacio público o conflictos de tránsito, sino también poniendo en marcha proyectos que abran el camino a un futuro mejor, pensando las cuestiones centrales de la ciudad de las próximas décadas. DeberÃamos, por ejemplo, soterrar las lÃneas ferroviarias y vincularlas con la red ampliada de subterráneos de forma de conectar la ciudad y su área metropolitana de manera limpia, rápida y eficiente. LiberarÃamos asà una gran cantidad de tierras, hoy ocupadas por vÃas, estaciones y playas de maniobras, que podrÃan convertirse en parques y corredores verdes, con espacios recreativos y equipamientos deportivos, con las viejas estaciones transformadas en centros culturales en cada barrio. PodrÃamos empezar ya mismo con el ferrocarril Sarmiento, junto a la avenida Rivadavia, desde Once hasta Liniers. DeberÃamos poner en marcha la recuperación de la zona sur, con áreas industriales de alta tecnologÃa, centros de espectáculos, parques deportivos y polos educativos; con una importante edificación de viviendas que posibilite un sostenido incremento de la población y el empleo. DeberÃamos integrar el puerto y la ciudad, con accesos directos de los ferrocarriles y las autopistas, con un moderno puerto turÃstico de cruceros próximo a grandes hoteles, vinculando las costaneras Norte y Sur con Puerto Nuevo y Puerto Madero, recuperando como centro administrativo y de comunicaciones la zona de antepuerto, hoy ocupada por viejos edificios militares y hospitales en desuso. Por último, deberÃamos debatir y reflexionar sobre los proyectos capaces de transformar a Buenos Aires. Arquitecto, vicepresidente del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo Alan Faena Buenos Aires es una ciudad con tremendo potencial, que fue construida a principios del siglo XX por hombres de gran visión. Eran hombres que tenÃan visión de futuro y que fueron inspirados por las grandes ciudades europeas, con su gran belleza, estética y cultura que la hicieron única. Queremos recuperar los valores que se fueron desdibujando con las décadas y con una industria que pensaba en su propio beneficio y no en el de la ciudad. ¿Qué se debe hacer para que eso ocurra? Recuperar la visión y la actitud que tenÃan los hombres de principios de siglo pasado y a través de nuestro barrio, poner nuestro granito de arena para beneficio de las generaciones venideras. Esta es, definitivamente, una pieza fundamental para que la ciudad vuelva a ser lo que fue. Presidente del Faena Group y creador del concepto El Porteño Art District Roberto Aisenson La ciudad de Buenos Aires nació como una gran aldea que fue creciendo y evolucionando a través del tiempo. Se fueron incorporando nuevos barrios hacia fines del siglo XIX y recibió una parte importante del aporte inmigratorio europeo durante varias décadas, hasta la crisis del 30. En los años 50 aparece el fenómeno de la migración del campo hacia las ciudades y se agrava el problema habitacional. En 1929, Le Corbusier plantea que la ciudad da la espalda al RÃo de la Plata, su principal paisaje, una relación que sólo en los últimos veinte años se reinició entre la ciudad y el rÃo. A fines de la década del 80 se decide el cambio de uso de Puerto Madero y partiendo de un masterplán surgido de un concurso de ideas organizado por la SCA, los ganadores del mismo integrados a los equipos municipales crean las normas urbanÃsticas para el nuevo barrio de la ciudad. Queremos una ciudad donde se pueda vivir mejor. Donde las diferencias de calidad de vida entre sus diferentes sectores sean menos impresionantes que las actuales. Donde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires utilice los recursos que dispone para contener los problemas de los chicos de la calle y las familias necesitadas. Una ciudad donde el inversor tenga la seguridad jurÃdica adecuada, sin reglamentos que se contradigan y disposiciones que dependan del criterio del funcionario de turno. Una ciudad donde el área de planeamiento tenga el apoyo necesario para poder desarrollar los proyectos urbanos que la ciudad necesita. Una ciudad con la planificación necesaria para tener proyectos urbanos en marcha en forma ordenada y constante. Para lograrlo se debe gobernar con conocimientos, prudencia y honestidad. Que los funcionarios sean nombrados por la excelencia de sus conocimientos y con los currÃculum necesarios para su función. Titular del Estudio Mario Roberto Alvarez y Asociados, autor del proyecto de Autopista Ribereña en superficie por detrás de Puerto Madero LA NACION> |
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