Tuesday, May 1, 2007

Vuelve un icono porteño:Café de los Angelitos

Transformación

Vuelve un icono porteño

Cuando se reabra, el Café de los Angelitos se convertirá en un referente del tango para escuchar y bailar



Tras catorce años sin ver la luz, el tradicional Café de los Angelitos está a punto de reabrir sus puertas. Sólo restan algunos pequeños detalles y, aunque no hay fecha confirmada, su inauguración es inminente. Y de este modo, Buenos Aires rescata esa mística encantadora de los cafés porteños.

En la avenida Rivadavia y Rincón todavía parece escucharse el murmullo de la gente y hasta se percibe el aroma del último exprés... Allí, en esa típica esquina tanguera, donde el fueye aún rezonga, el nuevo y aggiornado Café de los Angelitos, baluarte de Balvanera, está listo para volver a vibrar al compás compadrito del ritmo arrabalero.

"El tango será uno de los puntos fuertes del café; aquí se prevé no sólo un sector destinado para el baile, sino también para la enseñanza. En poco tiempo, este lugar que históricamente estuvo vinculado con el tango intentará ser otra vez un referente de la música porteña no sólo para los argentinos, sino también para los extranjeros", comenta Alfredo Piñera, uno de los miembros del grupo inversor (son más de 20 socios) que da testimonio de la transformación del antiguo local.

La obra llevó casi cuatro años de trabajo y una inversión cercana a los dos millones de pesos. "Es difícil determinar un monto exacto por la duración de la obra y el cambio de la convertibilidad. La recuperaciónde lo invertido no llevará menos de diez años. El gran desafío de este grupo inversor, integrado por empresarios que provienen del sector gastronómico, radica en consolidarse ahora en otro segmento: el espectáculo, una arista desconocida para nosotros. Para decirlo de otra manera, el Café de los Angelitos se presenta como un desafío más que como negocio de alta rentabilidad", afirma Alfredo Piñera.

Pero para el grupo no fue sencillo llegar a este presente de cara a la inauguración, que paradójicamente parece ponerlos cada vez más cerca de aquel pasado imperecedero. Muchos fueron los inconvenientes que debieron atravesar y algunos -como ellos mismos lo reconocen- hasta fueron fruto de su inexperiencia en el métier del espectáculo. "El camino para llegar a hoy fue muy largo. Desde el comienzo el grupo tuvo que superar la crisis económica de 2002, varias recomposiciones de la sociedad inversionista y hasta el efecto Cromagnon, a partir del cual se hicieron modificaciones edilicias y hasta se elevó el monto de la inversión. Pero ésos no fueron los únicos inconvenientes que tuvimos. Por ejemplo, fruto del desconocimiento y de un asesoramiento erróneo, debimos construir dos veces el escenario (protagonista indiscutido de la planta baja del local), dado que nos habían recomendado unas medidas que no nos permitían la utilización del lugar en todo su potencial", agrega Piñera.

De aquel café que fue fundado en 1890 por el italiano Batista Fazio (que llevó el nombre de Bar Rivadavia) y que inmortalizaron Cátulo Castillo y José Razzano en su tango (interpretado por primera vez en 1944 por Alberto Marino con la orquesta de Aníbal Troilo, uno de los habitués), hoy sólo la mística queda. "En la imaginación popular existe la idea de que del viejo café se logró salvar mucho, pero la verdad es que no se pudo rescatar nada. Luego de que la losa se viniera abajo, nada resultó recuperable, ni los angelitos del frente, que entre paréntesis ni siquiera eran de yeso, sino de lata", cuenta Fernando Piñera, otro de los socios.

Aunque hoy la arquitectura del lugar -por fuera- intenta respetar algo de las viejas líneas del café, todo lo que allí existe es nuevo, explica el arquitecto José Luis Bertot, encargado de la última etapa del proyecto: "El diseño, elaborado por el estudio Falcón, se apoya en un estilo arquitectónico clásico y austero, pensado para no competir con las verdaderas estrellas del café, los espectáculos tangueros, la cocina tradicional y mística del lugar; respetando la idiosincrasia porteña."

La madera oscura, las paredes patinadas, el piso calcáreo, las barandas de bronce, los grandes ventanales y los vitrales dan una reminiscencia de los años en que los cafés porteños eran la cuna de la cultura ciudadana, donde convivían los intelectuales con políticos, poetas y malandras.

Por sus mesas pasaron Carlos Gardel, José Razzano, José Betinoti, Florencio Parravicini, J. B. Justo, Alfredo Palacios y José Ingenieros, entre otros. En el terreno de 600 m2 se distribuyen tres plantas: planta baja, primer piso y un subsuelo, lo que totaliza 1500 metros cuadrados.

El local tendrá una capacidad máxima de 450 personas, que se podrán distribuir en planta baja y primer piso. En el primer nivel estará el café, que lucirá una importante barra de madera, sobre la que se ubicará un palco para músicos solos o pequeños grupos, los cuales amenizarán las tardes. La cafetería y el salón comedor (a los pies del escenario) estarán unidos por una tarima o espacio multiuso que podrá ser aprovechado como pista de baile o comedor VIP. En el nivel superior estarán los palcos con vista al tablado", describe Bertot.

"En el subsuelo, al cual se accede por ascensor o escalera, está previsto un guardarropa, salón de usos múltiples, espacio reservado para charlas, debates, reuniones empresariales, enseñanza de tango, venta de merchandising y hasta un museo itinerante. Además, el lugar tiene previsto un staff de 80 empleados permanentes y funcionará las 24 horas. La verdad, sólo restan pequeños detalles...", revela Alfredo Piñera.

Cuando reabra sus puertas el Café de los Angelitos se convertirá en el segundo café más antiguo de Buenos Aires, sólo superado por el Tortoni.

Leandro Murciego

Historia

El Café de los Angelitos nació en 1890, cuando el italiano Batista Fazio fundó el Bar Rivadavia, en la esquina de esa avenida con Rincón, un negocio que por aquel entonces apenas tenía piso de tierra y que durante los primeros años se caracterizó por las cotidianas rencillas entre malevos, parroquianos habituales de esa esquina porteña.

Quien bautizó al lugar sin quererlo fue un comisario de Balvanera, que antes de iniciar su diaria ronda nocturna decía: "Vamos a ver si nadie se salió de la vaina (sacar el arma de su funda) en el café de los angelitos".

Unos años después, en 1919, Angel Salguero cambió la fisonomía del lugar. Colocó en su fachada dos querubines y casi sin darse cuenta comenzó a ganarse un lugar en la historia porteña.

En 1992 el lugar bajó definitivamente las persianas después de que varios intentos fallidos procuraron hacerlo perdurar. El café había perdido su antigua magia, esa que hoy parece estar dispuesta a recuperar del olvido.

Datos útiles

Ubicación: Rivadavia y Rincón


Inicio de obra: agosto de 2001


Inversión estimada: casi dos millones de pesos


Primera etapa del proyecto arquitectónico: Estudio Falcón


Etapa final: José Luis Bertot

Arquitecto encargado de la ambientación: Jorge Rossi


Link corto: http://www.lanacion.com.ar/785952>

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