Saturday, May 12, 2007

LE CORBUSIER en BUENOS AIRES. wowww!

Merhaba LE CORBUSIER EN BUENOS AIRES

En octubre de 1929 Le Corbusier dicta en Buenos Aires un ciclo de diez conferencias, invitado por la Asociación Amigos del Arte. Aquí se reproducen algunos fragmentos de las mismas donde reflexiona, entre otras cosas, sobre la situación actual de la ciudad, las consecuencias de la expansión industrial, la relación de la técnica con la arquitectura y el urbanismo. El presente texto fue publicado en "Le Corbusier en Buenos Aires 1929" (S.C.A. Separata del N°107, 1979)

Primera Conferencia dictada el 3 de octubre de 1929, en la sede Amigos del Arte (Florida 659)Liberarse de todo espíritu académico

He recorrido a pie numerosas calles de Buenos Aires y eso representa un kilometraje imponente, ¿no es así? He mirado, visto y comprendido…
Debo hablarles de lÂ' esprit nouveau, a ustedes, que están en el Nuevo Mundo. Y bien, me pregunto si tendría fundamento hacerlo.

Pues Buenos Aires es un fenómeno completo. Una unidad formidable existe aquí: un block único, homogéneo, compacto. Ninguna grieta. Sí: el interior de la casa de la señora Ocampo.

Cómo entonces, osar decirles que Buenos Aires, capital sud del nuevo mundo, aglomeración gigantesca de energía insaciable, es una ciudad que está en el error, en la paradoja, una ciudad que no tienen espíritu nuevo, ni espíritu antiguo, pero simple y únicamente, una ciudad de 1870 a 1929, donde la forma actual será pasajera, donde la estructura es indefendible, excusable pero insostenible, insostenible como todos esos inmensos barrios de ciudades nacidos en Europa bajo el signo de una súbita expansión industrial de fin de siglo XIX, en la más lamentable confusión de fines y de medios. Historia de esas activas ciudades surgidas entre martillo y yunque: Berlín, Chemnitz, Praga, Viena, Budapest, etc., o que sufren el empuje gigantesco del maquinismo: Paris.

Por lo tanto aquí, en el fondo del Estuario del Río de la Plata, existen los elementos fundamentales. Ellos son tres bases eminentes del urbanismo y de la arquitectura:
El mar y el inmenso puerto.
La vegetación magnífica del parque de Palermo.
El cielo argentinoÂ…


Pero no se los ve por así decir, ni lo uno ni lo otro, en el interior de la ciudad. La ciudad está desprovista del mar, de los árboles y del cielo. Se descubre también ésta otra realidad que cuenta para una gran ciudad y que hace augurar un destino prodigioso:

El estuario del río, gigantesca puerta por donde entran las cosas del mundo entero, la llanura que se encuentra con el mar y sobre la cual se puede elevar sin tropiezos una ciudad estremecida por lo sublime de la creación humana.
Y esos hinterland inmensos de la pampa, de planicies y de montañas con ríos gigantescos, con terrenos de cultivo, con terrenos para la cría de animales, con terrenos con minerales, con yacimientos. Todo lo que es necesario para que la industria nazca y la arquitectura produzca.

Se comprende que en países que posean semejante topografía y semejante geografía pueda tan normalmente surgir una ciudad que sea un puesto de comando.

Eso que, en el mundo entero, se ha producido al comienzo de la época maquinista no es más que el fruto de una convulsión del espíritu y el efecto de un equívoco: Yo pienso fríamente que todo eso deberá desaparecer.

La fuerza de donde han surgido los monstruos, nuestras villas llamadas modernas, esa fuerza pujante acrecentada por su propio impulso, ella sabrá pronto quitar la incoherencia, destruir esa primer herramienta utilizada y reemplazándola ella introducirá el orden, ella ahuyentará el despilfarro, ella impondrá la eficacia, ella producirá la belleza.

…¿La ciudad? ella es la suma de los cataclismos locales, ella es adición de cosas desapropiadas; ella es un equívoco. La tristeza pesa sobre ellas. ¡Golpeante melancolía en los hechos! ¡Y qué máquina admirable es el hombre que sobre tantas ruinas, que en tal precariedad busca con obstinación un nuevo equilibrio! La ciudad se ha convertido súbitamente en gigantesca: tranvías, trenes de los suburbios, autobuses, subterráneos hacen una mezcla cotidiana frenética. Qué desgaste de energía, qué despilfarro, qué falta de sentido.

He experimentado en una vida desprovista de quietud, en una vida de incesantes inquietudes la enorme dicha del "cómo" y del "por qué".
"¿Cómo?" "¿Por qué?"
Se me tacha hoy de revolucionario. Les voy a confesar que yo no he tenido más que un maestro: el pasado; y que una formación: el estudio del pasado.

Todo; desde hace tiempo; y todavía hoy: los museos, los viajes, los folklores. Inútil ampliarlo ¿verdad? Ustedes me habrán comprendido. Yo he ido por todos lados donde había obras puras –aquellas de los campesinos o de los genios- con una pregunta delante de mí: "¿Cómo?", "¿Por qué?", yo he tomado del pasado la lección de la historia, la razón de ser de las cosas. Todo acontecimiento y todo propósito son "referidos a…". Es por eso que permanezco sin opinión frente a las escuelas y que hasta aquí rechacé las cátedras de enseñanza que me proponían.

Ubicado en la evolución contemporánea fue todo muy simple (¡pero con qué obstinación, qué insistencia, que angustiosa espera!). "¿Cómo?" "¿Por qué?". No se sabrá comprender cuánto ese Cómo y ese Por qué, expuestos con toda simplicidad pero también con coraje hecho asimismo con un candor tan ingenuo como indiscreto o insolente, aportan una respuesta temeraria, insólita, que se revierte, revolucionaria. Es que las causas del problema, la razón del "Cómo" y del "Por qué" son hoy acontecimientos que trastornan mucho más de lo que se cree.

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Conferencia dictada el sábado 5 de octubre de 1929
Las técnicas son las bases del lirismo.
Ellas abren un nuevo ciclo de la arquitectura

Señoras y señores, comienzo por trazar la línea que en el proceso de nuestras percepciones, puede separar por un lado, el dominio de las cosas materiales, de los hechos cotidianos, de las tendencias razonables; y por el otro, aquello más particularmente reservado a las reacciones de orden espiritual. Bajo esa línea: lo que es; encima: lo que sentimos.

Continuando mi dibujo desde abajo, trazo, una, dos, tres hiladas. Pongo algo en cada una: en la primera: TÉCNICAS, palabra genérica que carece de precisión, pero que califico sin demora con los términos que conducen a nuestro tema: resistencia de material, física y química.

En la segunda hilada escribo: SOCIOLOGÍA, y la califico por: un nuevo plano de casa, de ciudad para una nueva época. El conocimiento de la cuestión me hace percibir a lo lejos algo así como una borrasca inquietante. Me apresuro a agregar: equilibrio social.

En la tercera hilada: ECONOMÍA. Y evoco esos hechos fatales y la hora presente que aún no han tocado el corazón de la arquitectura –y es porque ésta se encuentra enferma y el país enfermo del mal de la arquitectura-; standardización, industrialización, valorización; tres fenómenos consecutivos que rigen sin piedad la actividad contemporánea, que ni son crueles ni atroces, sino que por el contrario conducen al orden, a la perfección, a la pureza y a la libertad.

Traspongo el límite de las cosas materiales y paso al dominio de las emociones. Dibujo una pipa y su humareda. Luego un pequeño pájaro que emprende vuelo, y una hermosa nube rosa, inscribo: Lirismo. Y afirmo: lirismo-creación individual.

Y explico: eso que es drama; eso que es patético. Y agrego: He ahí valores eternos que en todos los tiempos alimentarán la llama en el corazón de los hombres.

La trayectoria ha alcanzado su meta: partiendo de elementos materiales que son el aire del tiempo y por ende móviles y efímeros, pero que no dejan de ser el trampolín de su impulso: esa trayectoria a través de anhelos humanos ha alcanzado los valores eternos: la obra de arte, que es inmortal y nos tocará a lo largo de los siglos.

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Conferencia dictada el 14 de octubre de 1929
Las células: una ciudad
Un hombre: una célula


Una ciudad contemporánea de tres millones de habitantes, Buenos Aires, ¿es una ciudad moderna?

Las ciudades, las grandes ciudades del mundo se urbanizan sin doctrina. Ya he definido el fundamento temporal de una doctrina (y entiendo por ello un periodo suficiente, que puede tener la duración de una generación, o sea veinte años). Saber dónde se va, porque se sabe de dónde se viene.

El urbanismo que se practica hoy es más bien estético, de embellecimiento, de jardinería. Es jugar a los moldecitos de arena mientras la casa está en llamas.
Reemplazo la palabra urbanismo por el término equipamiento. Ya he reemplazado el término mobiliario por el de equipamiento. Tal obstinación demuestra que nosotros reclamamos pura y simplemente herramientas de trabajo pues no queremos morir de hambre delante de los parterres bordados del urbanismo estético.

Señoras y señores. ¿He llegado al tema? Es inmenso. Pero las otras conferencias aportarán su luz. Basta con unir las verdades adquiridas.

He escrito un libro sobre ese tema: realicé muchos estudios técnicos preciosos. No puedo recomenzar aquí las demostraciones ya realizadas. Pero puedo resumir todo eso en algunas ideas esenciales. Esto es lo fundamental: El urbanismo es una cuestión de equipamiento, de herramientas. Quien dice herramienta dice buen funcionamiento, rendimiento, eficiencia.
El urbanismo no es un asunto de estética que se pueda sincronizar con un asunto de organización biológica, de organización social, de organización financiera.

El urbanismo estético cuesta caro, entraña gastos enormes, es una terrible carga sobre los contribuyentes. Por lo tanto es desplazado al inconsciente, dado que no ayuda a la vida de la ciudad. El verdadero urbanismo encuentra en las técnicas modernas el medio de aportar la solución a las crisis. Encuentra en los problemas económicos que son la esencia, su propia financiación. Lo demostraré otra vez. De esa financiación automática resulta un beneficio financiero enorme que permite ajustar los gastos de los cuales depende la tranquilidad social. Para que esa financiación exista, surja, es necesaria la intervención de la autoridad suprema.(...)

Todo lo que se desprenda de mis demostraciones va en apoyo de la solución de las crisis de las ciudades. El problema bien planteado –en las células y en la aglomeración de las células- y el llamado de los nuevos medios de la época maquinista, desatan los terribles anillos del meandro, más exactamente atraviesan el meandro de parte a parte y la vida puede reiniciar su largo curso. No hay milagro. Hay liberación, madurez, hay fructificación.

¿Qué tienen que hacer aquí los pensamientos académicos o un artificioso sentimentalismo?

El urbanismo es un fenómeno sintético de composición en el suelo y por encima del suelo. Eso es lo que ha hecho abordar soluciones, es que se ha pensado en superficie y no sintéticamente en extensión y en elevación, es decir en suelo surcado por todos los artefactos de velocidad, y ocupado por cubos de construcción para llenar con hombres en las condiciones óptimas de salud y de alegría.

El ruido debe ser vencido. Una saludable doctrina del urbanismo y una doctrina de la "máquina para habitar" rechazan el ruido.

No imaginamos que nuestras vidas se quieran acostumbrar al batifondo de la vida moderna. Por otra parte no existe batifondo sino donde la solución es burda (mecánica o urbana). La tendencia de la buena mecánica no es hacia el ruido, el ruido es anormal, sus efectos son desastrosos. Pronto los millonarios ofrecerán a sus amigos horas de silencio. A menos que triunfe el urbanismo moderno aportando la paz. Se encontrará una capital que aspirará a la gloria porque se ha convertido en silenciosa.

De todo lo dicho, surge que la ciudad moderna estará cubierta de árboles. Es una necesidad para los pulmones, es una ternura en consideración a nuestros corazones, es el condimento mismo de la gran plástica geométrica introducida en la arquitectura contemporánea por el hierro y el cemento armado.

Someto esta idea a los Ministros de Instrucción Pública: un decreto obligará a todos los niños de las escuelas primarias a plantar cada uno de ellos un árbol, en cualquier lugar de la ciudad o fuera de ella. Ese árbol llevará el nombre del niño. Los gastos serán insignificantes. Pero hay que planificar. Y dentro de cincuenta o sesenta años, una acto de hermosa piedad conducirá a esos hombres y a esas mujeres, ya viejos, al pie de su gran árbol que se habrá ramificado inmensamente. Esto no es más que una pequeña idea, al pasar, para mostrar cómo juzgo indispensable para nuestros cuerpos y para nuestros corazones, la naturaleza, de la que no deberíamos jamás privarnos, la naturaleza en el corazón de nuestras ciudades inhumanas.

http://www.fondationlecorbusier.asso.fr>

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