Friday, May 11, 2007

La casona del Jardín Botánico a nuevo

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Luego de un año de trabajos para su restauración

La casona del Jardín Botánico luce otra vez como cuando vivía Carlos Thays

Las obras demandaron una inversión de 700.000 pesos; el parque alberga árboles de todo el mundo




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"No debe existir precedente: un ascensor tuvo un papel preponderante en cuanto a impedirnos reabrir el edificio central a fines de 2005, como nos habíamos propuesto", comenta Carlos A. Cosentino, director general del Jardín Botánico Carlos Thays.

Explica que en el pliego original de los trabajos proyectados para restaurar la vieja casona del parque se incluía un ascensor, pero posteriormente quedó demostrado que la construcción no iba a soportar los continuos sacudones. Y ello llevó a una serie de estudios, que alteraron significativamente los montos que se barajaban, en un momento, para colmo, de constantes aumentos en el precio de materiales y de mano de obra.

De todas maneras, se logró zanjar el problema y, finalmente, la hermosa construcción de estilo inglés, en la que vivió el arquitecto y paisajista Carlos Thays con su familia, desde 1862 hasta 1868, fue reinaugurada.

"Pese a la demora, considero que el resultado final es óptimo", apunta Cosentino, quien además es representante en la Argentina de la Federación Internacional de Parques Públicos, con sede en Londres.

La reparación de la "casona", como también se la llama, demandó una partida presupuestaria especial de 700.000 pesos, que se destinaron al recambio integral de techos y pisos, el arreglo de puertas y ventanas, la remodelación de los baños (además de incorporarse uno para personas discapacitadas), el cambio de todo el complejo de cañerías de agua y gas, la instalación de una nueva red de teléfonos y el reemplazo de ladrillos deteriorados en la fachada.

2500 vidrios rotos

"Sólo quedó intacta la cáscara, y en todo lo que se hizo se respetó el diseño original", dice el director. Agrega que un trabajo extra exigió la restitución de los 2500 vidrios, fundamentalmente del invernadero principal, destruidos por la granizada del 26 de julio del año anterior.

Un tramo del diálogo tiene lugar durante un recorrido por el edificio, cuyos ámbitos lucen realmente impecables. Se destacan particularmente un salón en el que se exhiben fotografías y notables acuarelas, planos y bocetos de Thays (en especial, uno que refleja detalladamente cómo era la zona aledaña al río, a fines del siglo XIX), junto a otros de Benito Carrasco, quien sucedió al paisajista en la conducción del reservorio.

Se gana naturalmente una atenta mirada la oficina del primer director, sobre el que -como único adorno- hay un objeto que desearía poseer cualquier coleccionista o anticuario: una filmadora de bronce, fabricada en 1920, sin la menor similitud con los equipos actuales.

Señala Cosentino que, como proyecto a corto plazo, se acondicionará el sótano para habilitar un museo y un herbario, en donde los especialistas en botánica podrán consultar la valiosa biblioteca del Jardín, entre cuyos textos figuran al menos 300 obras que son únicas en el mundo.

En sus casi 73.000 m2 de superficie, el Botánico -dependiente del Ministerio de Medio Ambiente del gobierno de la ciudad-, que fue diseñado por el propio Thays y está considerado el segundo en importancia de América latina, después del de Río de Janeiro, alberga unos 5000 ejemplares arbustivos, arbóreos y herbáceos de todo el planeta, un jardín francés y otro romano, y cinco invernáculos, además de fuentes y lagos y una treintena de bellísimas esculturas.

El sueño eterno

"En la ciudad no existe un lugar de ocho hectáreas como éste, en el que los vecinos puedan encontrar tanta paz ", reflexiona el funcionario. "Y en el mundo, no hay un paseo similar a minutos del centro." Es notable la concurrencia a las visitas guiadas: 400.000 anuales, y otras 5000 en horario nocturno. Desde 2005, se llevan a cabo el último viernes de cada mes.

Una curiosidad poco difundida es que casi desde su inauguración, en 1881, el Botánico encabeza los espacios abiertos de la ciudad elegidos por familiares para esparcir las cenizas de quienes -en gran mayoría- fueron sus frecuentadores más fieles. Caso, por ejemplo, del eminente médico y escritor Florencio Escardó.

Existen huéspedes vitalicios. Se impone la consulta respecto de unos famosos autodeclarados huéspedes vitalicios del Jardín: los gatos. Cuando Cosentino se hizo cargo -hace dos años-, había una población de casi 400, y ahora no sobrepasa el centenar, dice.

Adjudica esa merma a planes de manejo adecuado surgidos del foro vecinal participativo, constituido para tal fin. "Una idea fue la formación de un equipo que los controla, castra y desparasita. Y, además, se adoptó el criterio sugerido por el director del jardín de Sevilla: marcarlos. El gato que no está marcado es foráneo, y en ese caso se procede a buscarle otro destino, siguiendo una sostenida política de oferta de adopción, que tiene mucho éxito", explica el funcionario.

La disminución fue elogiada por Aves Argentinas, porque hizo posible el retorno de los pájaros al Botánico. Las filas del enemigo histórico, por suerte para ellos, se ven ahora muy raleadas.

Por Willy G. Bouillon
De la Redacción de LA NACION


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