Debate que revive
viejos dilemas urbanos>
Hay en La Boca muchas entidades vecinales. Tal vez demasiadas. Pero lo interesante es que revelan un vigoroso impulso ciudadano, una vivaz capacidad de reacción para responder a cuestiones que los afectan como vecinos e incluso como habitantes de la gran ciudad.
Hace un mes, movilizado por múltiples razones, escribà la columna en referencia a los efectos letales del abandono del Riachuelo y su influencia negativa sobre la barriada boquense. Hoy me referiré a un asunto distinto, no menos trascendente. Es, además, arquetÃpico en términos de planteos urbanos ya que pone frente a frente dos posturas diversas. Para puntualizar el tema que moviliza a sociedades y comisiones de La Boca, diré muy en sÃntesis que se trata de la construcción de viviendas en las tierras que formaron parte de la estación de cargas de Casa Amarilla. Un proyecto lanzado por el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC) prevé la construcción de 1231 unidades en torres de vivienda colectiva a erigir sobre un predio que los boquenses quieren convertir en parque público.
En un documento realizado por la Comisión de Vecinos de la Calle Irala y Adyacencias se dice que, para apreciar el volumen del conjunto habitacional propuesto por el proyecto mencionado, se invita a ver las siete torres de entre 9 y 11 pisos, construidas por la entonces Comisión Municipal de la Vivienda (CMV) en el llamado Barrio Irala. "Las mismas -dice el escrito- suman 464 viviendas, es decir, que las tres manzanas por construir sumarÃan 21 torres juntas de similar tenor".
¿Qué es lo que propician los vecinos como contrapartida a ese proyecto? Algo muy simple, muy razonable y digno de ser contemplado incluso en el nivel del planeamiento urbano. Se propone la construcción de vivienda en los inmuebles ociosos y terrenos vacantes del tejido actual, que suman cientos y están perfectamente identificados en planos e incluso en una elocuente maqueta realizada por estudiantes de arquitectura de la Universidad de Morón.
Ese modelo en escala, que se expuso en la última edición de Batimat-Expovivienda en la Rural, pone en evidencia las razones del reclamo vecinal. El barrio de La Boca carece de espacios verdes adecuados a su trama y las tierras de Casa Amarilla parecen propicias para configurar ese parque urbano que se reclama. Por otra parte, ya tenemos experiencia con estos guetos habitacionales de lo que se dio en llamar monoblocks de departamentos: no se integran con el entorno del barrio y auspician el anonimato entre sus habitantes, con su carga de inseguridad, además de alterar las escalas del vecindario.
Lo que se pide contempla también la factibilidad económica y financiera del plan. Dicen los vecinos: "Considerando el escaso valor inmobiliario de los lotes para ser utilizados, nada impedirÃa implementar créditos blandos ni facilitar el acceso a la compra para viviendas de interés social, beneficiando de este modo a pymes y cooperativas, y diversificando el consumo en vez de beneficiar sólo a los grandes contratistas".
Al promover la construcción intersticial en lugar del gran complejo, se integrará como vecinos a los nuevos habitantes, con ventajas desde el punto de vista social, al tiempo que se consolida la identidad de un barrio rico en historia, pero, como lo señalan los vecinos, "rico en abandono".
Por Luis J. Grossman
luisjgrossman@gmail.com
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