Saturday, April 14, 2007

Un efecto del repunte económico

Por Adriana Anzillotti
De la Redacción de LA NACION


Para entender por qué razón el negocio de construir oficinas puede ser muy atractivo, es necesario apelar a la memoria. A cinco años de la crisis que sacudió al país y, por lo tanto, a todo el mercado, el primer rubro que se recuperó con rapidez fue el residencial. Por entonces, algunos proyectos de diversa magnitud y muy bien ubicados para construir oficinas quedaron sin efecto. Justamente antes del colapso muchos operadores se preguntaban si no era descabellado construir tantos metros cuadrados para edificios comerciales, en función de la demanda potencial. Es cierto: en ese momento los números no cerraban, pero no hay que olvidar que los negocios de oficinas se proyectan con tiempo, con resultados a largo plazo. Algunos empresarios explicaban que una obra para ese destino debía comenzar en un momento de depresión para ofrecerla cuando el mercado se hubiera recuperado. Son opiniones.

Todos saben que la disminución de la vacancia de oficinas está estrechamente relacionada con el repunte de la actividad económica, y en ese sentido el crecimiento ha sido sostenido, con lo cual la demanda de espacios -primero los muy bien ubicados y con servicios, es decir, los clase AAA, y después los A- no tiene tregua desde hace alrededor de un año y medio.

En el transcurso de 2005 se multiplicaron los negocios derivados del sector residencial, con rápido retorno de las inversiones; la mayoría son obras construidas en general por medio de fideicomisos o de consorcios al costo. Mientras tanto, las oficinas acentuaron su escasez. Aun así, y hasta hace muy poco, ante este panorama los empresarios se mostraban remisos a tomar la decisión de construir porque los números de ese negocio no cerraban.

Sin embargo, la demanda de empresas en busca de espacios no se detuvo. Se agotaron las opciones de las oficinas clase AAA y también de las A; se reciclaron edificios antiguos para ofrecerlos en alquiler, y los límites geográficos de espacios para diversidad de rubros se extendieron básicamente hacia el tramo norte hasta San Isidro y hasta dentro del microclima de Pilar. La descentralización -incluso en barrios como Palermo o Belgrano, y hasta en el sur porteño- no siempre tuvo respuesta favorable.

Hace pocos meses preguntábamos si no era momento de comenzar a construir edificios de oficinas, con la vacancia en un 3% casi histórico.

La respuesta afirmativa de los operadores carece de euforia, y es que, pese a la creciente demanda y a la clara necesidad de encontrar nuevos espacios con servicios, con áreas modernas, adaptadas a las necesidades actuales, los empresarios saben bien que es escasa la tierra destinada a esas inversiones.

Es cierto que los terrenos no abundan: quedan algunas excepciones en ubicaciones clave, cuyos precios están por las nubes. Pero es indispensable cerrar negocios porque la presión de la demanda es clara: los espacios se necesitan.

Uno de los peligros de los ciclos del mercado es la tendencia a la sobreoferta en cualquiera de los rubros. Mientras se tejen los negocios, los inversores/operadores hacen cálculos. Hoy existe una leve sobreoferta de unidades residenciales.

Pero la inversión en edificios de oficinas es otro tema. Y en caso de sobreoferta, los precios decaen en forma dramática y las rentas dejan de ser atractivas. Invertir y construir edificios comerciales tiene otros riesgos que merecen un exhaustivo análisis.
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