Tuesday, April 24, 2007

Edificios con cariátides en Buenos Aires

Cariátide, nombre que reciben los fustes con aspecto femenino que reemplazan, en las columnas de ciertos templos griegos, el diseño de los órdenes clásicos. Por extensión, se llaman así las pilastras (pilar pequeño adosado a un muro) o ménsulas (elemento en saledizo que sirve de apoyo a alguna cosa, como los balcones) con forma de mujer.

En Grecia, estas vírgenes usan el traje talar, vestido delgado como una túnica que cubre el cuerpo desde el cuello hasta los tobillos. Y entre sus gráciles cabezas y el arquitrabe (parte inferior del entablamento, que apoya directamente sobre la columna) suele mediar una suerte de canasto, útil quizá para amortiguar las varias toneladas de piedra que les toca en desgracia sostener.

Las cariátides más famosas viven desde hace 2400 años en la Acrópolis ateniense. Sin haber dado por el momento el menor signo de fatiga, las seis doncellas, con los ojos puestos en el Partenón, sostienen el techo de un pórtico situado en el lado sur del Erecteion, templo levantado por Calícrates en el 421 a. C. Estas imponentes mujeres, con cerca de dos metros y medio de altura, probablemente hayan sido creadas por Calímaco, inventor del capitel corintio.

Más atrás en el tiempo, puede rastrearse un antecedente de las muchachas de Atenas en el templo erigido en Efeso, Turquía, en honor a Artemisa. Construido en el 560 a. C., el santuario se sostiene sobre columnas de orden jónico, en cuya base aparecen figuras humanas de tamaño algo mayor al natural.

Pero lo cierto es que Buenos Aires carece olímpicamente de un Erecteion y, salvo unos pocos casos, también de genuinas cariátides. Sin embargo, abunda en ejemplares "apócrifos", llamados atlantes si tienen aspecto masculino. Este nombre posiblemente evoque el del gigante Atlas, condenado por Zeus a sostener la bóveda del cielo en castigo por su intentona de destronar a los dioses.

Como todo lo greco-romano, las cariátides atrajeron la atención de los renacentistas, y pronto fueron incorporadas a su arquitectura. A falta de un Renacimiento, nuestra ciudad tuvo que esperar al auge del eclecticismo historicista (1880-1920) para hacerlo propio.

Esa tendencia coincidió con el esplendor económico del país y el consiguiente afán de hacerlo notorio. Parte de aquel naciente poderío permitió, a fines del siglo XIX, el trazado de la Avenida de Mayo, donde abundan las cariátides y toda una arquitectura hija de la fiebre decorativa de esos años. Cuenta el poeta León Tenembaum que, consciente o inconscientemente, algunos de los pintorescos burgueses de entonces -mitad argentinos, mitad inmigrantes- confiaron a estas figuras una misión protectora. Al igual que los Lares, encargados de vigilar la domus romana, nuestros atlantes y cariátides quizá conserven, aún hoy, su legendario poder benéfico.

Moldeados en argamasa o cemento, materiales mucho menos nobles que el mármol o el granito al que estaban destinados en un principio, estas figuras tuvieron que hacer frente, y no siempre con éxito, al paso del tiempo. Por lo general se sostienen con un esqueleto de hierro, y muchas veces ocurrió que, a medida que esa armazón se oxidaba, la escultura iba resquebrajándose hasta estallar, que es el probable destino de uno de los dos atlantes de Avenida de Mayo 984.

De los autores de tales esculturas nada se sabe. Las piezas solían hacerse en molde fijo y luego se agregaban los ornamentos específicos que solicitaba cada cliente, como collares, barbas, gorros y pieles. Los talleres dedicados a la fabricación de estatuas, mascarones, molduras y otros elementos ornamentales florecieron hasta bien entrada la década del 20. Pero tan pronto como el tardío eclecticismo, y aun el déco, fueron desplazados en el gusto de los porteños por otros estilos, estas empresas desaparecieron sin dejar rastros.

El cine Grand Splendid es un lugar ideal para iniciar el circuito. De allí conviene poner rumbo al microcentro y, de regreso, atravesar la Avenida de Mayo hasta Pichincha al 700. En algunos casos, es imprescindible usar largavistas. En la mayoría, sirve de excelente complemento para el ojo curioso por detalles. Lo demás es caminar y disponerse al gozo.




Edificios con catiátides en Buenos Aires:


Cine Grand Splendid (Av. Santa Fe 1860).

Colegio Carlos Pellegrini (Marcelo T. de Alvear 1851).

Palacio Pizzurno (Rodríguez Peña entre Marcelo T. de Alvear y Paraguay).

Casa de rentas (Av. Santa Fe 1355).

Teatro Colón (Libertad 651).

Casa de rentas (Esmeralda 455).

Casa de rentas (Viamonte 744-748).

Casa de rentas (Viamonte 740).

Rectorado de la UBA (Viamonte 430).

Banco Central, ex Hipotecario (San Martín 265/Reconquista 266).

Pasaje Güemes (San Martín 154).

Edificio Otto Wolf (Av. Belgrano 601).

Casa de rentas (Bolívar 911).

Casa de rentas (Av. de Mayo 650).

Casa de rentas (Av. de Mayo 984).

Hotel París (Av. de Mayo 1199).

Congreso Nacional (Entre Ríos, Rivadavia, Combate de los Pozos, H. Yrigoyen).

Casa de rentas (Rivadavia 1906-1916).

Casa de rentas (Pichincha 768-774).

Casa particular (Superí 1466). Diseñado por el ingeniero F. Garófalo en 1926, este edificio de estilo neocolonial relativamente tardío cuenta con un pequeño atlante decorativo, que forma parte de una ménsula ubicada en la planta baja y rematada por una cabeza de león. Otros detalles de la casa: una gárgola sobre la medianera, un tondo con un guerrero español, un escudo de armas y un friso con pequeñas figuras.

Edificio Antonio Pini (Diagonal Norte 875-893). En la esquina triangular que se forma en la unión con la calle Sarmiento, aparecen dos gigantescas águilas, de volúmenes simples y detalles geométricos, con función de ménsulas.

Casa de rentas (Libertad 1202). En esta esquina se levanta un edificio academicista proyectado por el arquitecto Carlos Savigliano en 1925. Como sosteniendo el peso de la construcción sobre la ochava, dos atlantes salidos del mismo molde -diferenciados sólo por la barba que el escultor agregó a uno de ellos- se yerguen con todo su cuerpo y flanquean tres ventanas con balcón francés.

Casa de rentas (Av. Rivadavia 3216-3236). Ejemplo del eclecticismo de Virginio Colombo, arquitecto milanés que llegó a la Argentina en 1906 para decorar el edificio de Tribunales -diseñado por Norbert Maillart- y terminó siendo uno de los principales exponentes del art nouveau porteño. El edificio se emparenta con el Palacio de Justicia en algunos detalles romanos, pero combina también elementos góticos, del renacimiento toscano y el floreale de fines del siglo XIX. Cuatro de los ocho leones-ménsulas que sostenían los balcones del segundo piso fueron eliminados. La delicadeza y el barroquismo de estas figuras arman un contrapunto con los pavos reales que ador nan los balcones del primer piso.

Casa de rentas (Av. Corrientes 2558). Otra obra de Colombo, con un estilo muy próximo al edificio antes citado, posee cuatro ejemplares de cariátides que se cuentan entre los mejores de este tipo por su resolución plástica. Desde la calle es casi imposible verlas, pero para consuelo de los curiosos, hay copias en madera en el vestíbulo.>

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